Querida María Sonrisas,
No sé bien cómo empezar esta
carta, porque no sé cuál nombre elegir. Opto por el María Sonrisas porque
espero sacarle una cuando me lea, pero cada nombre implica una María diferente,
una mujer completamente distinta. María Coqueta, María Trencitas, María
Moraditos, María Cachetes, María Despeluques, María Gato, María Desplantes…
tantas Marías en un cuerpito tan chiquito, porque vea, usted es bien chiquita como
esas muñecas de porcelana que me aterraban cuando era pequeña. Pero voy a
intentar resumirlas todas en una (a pesar de que creo firmemente que es
imposible).
A usted la he visto sólo dos veces y en
realidad es complicado decir que la conozco, nuestras vidas se han cruzado por
una mezcla de personas en común y gustos compartidos, así que a través del
tiempo más que conocerla la he imaginado y la he nombrado de todas las maneras
que se me han ocurrido, porque siempre me causó mucha curiosidad. La María que
yo me imagino le gusta el tinto oscuro, pintarse los labios de rojo, guiñarle
el ojo derecho a la cámara pero no a la gente, cantar en la ducha cuando está
sola y morder en la ducha cuando está acompañada. Le gusta saltar en los
charcos y no le gustan las palomas. Creo que es una de esas personas con el
corazón tan caliente que le da miedo que un día el ardor se haga insoportable.
Creo que le tiene miedo a sentir, pero se divierte y se asombra mucho cuando lo
hace. Por eso mismo es una María que no pierde la capacidad de asombro, que
mira al mundo con sus ojos grandotes y si tiene la cámara colgada al cuello
intenta captar ese pedacito de magia que ve en algo que puedan ver los demás.
Por eso creo que a María le gustan los instantes.
María suele llevar las uñas
largas y rojas, el pelo desarreglado y las piernas con ganas. También es una de
esas personas con manos inquietas, que todo lo tocan, todo lo sienten, todo lo
transforman. Por eso alguna vez la nombré María Manitas. Creo que a María le gustaría
viajar por el mundo pero no lo ha hecho mucho, aunque todavía tiene tiempo
porque es una María joven y no una María vieja, y eso no tiene nada que ver con
la fecha de nacimiento aunque quizá que sea bisiesta tenga algo que ver.
Finalmente, María, quiero decirle
que he aprendido a quererla de a pocos, entre risas y medianoche, que me gusta
imaginarla porque me gusta escribirla, combinarla, descubrirla. Que no sé
cuánto de lo que me imagino es realidad pero que confío en mi instinto porque
suele acertar y porque siento que es una mujer bonita, de esas que son bonitas
de la sonrisa para dentro. Espero que lo sepa.
Amapola.
19/06/2013.
quiero conocer a Maria Despeluques y María Desplantes
ResponderEliminarPrimera vez que la leo y aunque mi opinión sirve para nada diré simplemente que me encantó.
ResponderEliminarAmapoeta.....me gusta leerte amapola.....
ResponderEliminarMe da envidia de María. Yo si mucho soy Lydia María y no me alcanza, porque es el segundo seudónimo.
ResponderEliminar<3
ResponderEliminarMe gusta usted, por lo que escribe
ResponderEliminar... Me enamoro a letras y con solo su nombre. Y es crespa.
ResponderEliminarA diferencia de ti, mi vida esta rodeada de Annas, Fulanas, Juanas, Mañanas... y mas Annas.
ResponderEliminarVienen en todas sus presentaciones, desnudas, atareadas, excitadas, sin peinar, enojadas, mías, frías y calientes.
Mucho gusto, al igual que tu, soy Amapola, Amapola de raíz.