7.15.2013

De grullas y despechos.

Esta entrada se lee oyendo esto.

Ya casi son las tres de la mañana y la gripa aún no me deja dormir. Supongo que a usted no le interesa. No le interesará tampoco que confundo las ganas de llorar y las de estornudar desde hace una hora porque se me coló una canción que conocí gracias a usted en la mitad de la madrugada, una canción de esas bonitas y tristes que llenan de sonrisas los labios y de mares los ojos. Siempre que la pienso me lleno de sonrisas y de mares, me vuelvo salada y me fallan los pasos como si me revolcaran las olas. Me marean los recuerdos y me toca agarrarme duro del presente para no perderme. Entonces hago grullas de origami para alejarme un poquito del mar, para volar un rato. Hace exactamente tres minutos me encontré su grulla amarilla en mi mesita de noche y me crecieron las ganas de llorar. Le escribo porque no puedo llorar o me empeora la gripa, así que para aguantarme las ganas decidí desbordarme entre letras. Llevo quince días con gripa y a veces pienso que este dolor en el pecho es sencillamente culpa de su ausencia y no de la tos. La grulla dice en una de sus alas que aquí está usted y me dan ganas de gritar que no es cierto, de amarrar mi tristeza disfrazada de rabia con un cordel amarillo al ala de esa grulla y que las dos vuelen buscándola a usted. Me muero de ganas de quitar el usted, que me suena tan frío y preguntar a los gritos ¿dónde estás?. Y es que ya casi es diecisiete y me aterra pasar otro onceyseis sin usted. Me gustaría fundirme en su abrazo por un momento, "por cinco minutos porque tres son pocos y siete demasiados", pero le tengo miedo a que mi sonrisa se engarce en su clavícula y ya jamás pueda recuperarla. Y mire que necesito mi sonrisa, que estoy aprendiendo de nuevo a ser feliz y la necesito para ello. No puedo volver a ser feliz sin sonreír. Curiosamente, eso hoy sólo me da más ganas de llorar. Este quererla, quererla tanto pero no quererla aquí. Me pesa su ausencia pero me pesa más la certeza de saber que la quiero lejos. Que aún no soportaría volver a verla. Que quiero aprender a hacer aviones de papel para montar mis ganas de abrazarla en ellos y que vuelen aún más lejos que las grullas, para que vuelen allá donde quiera que está usted, usted que comienza a olvidarme. ¿Por qué tendré los desamores tan largos y la vida tan chueca? Mire que la última grulla que hice, curiosamente amarilla como la suya, salió más chueca que de costumbre. Tengo ya el mar no sólo en los ojos sino en las costillas y está en tormenta, no creo que esta madrugada me deje ir por más grullas que doble. La necesito a usted aquí para hacerle frente a esta sensación horrible de sentir que ya no me ama, porque odio dudar del amor, porque nunca supe conjugarlo en pasado. Porque todavía la amo y no quiero dejar de hacerlo, porque sé que odiarla es imposible y olvidarla aún más,  porque todas las noches me duermo con los dedos de la mano izquierda cruzados para que este desamor se me haga corto y me pase como ya me pasó antes y despierte una mañana sabiendo que la amo sin ganas de tenerla. Amándola sencillamente porque existe y no importa si existe conmigo. Pero todavía no ha dado resultado, quizá Sabina no sabía que además de 19 días y 500 noches iban a ser necesarias mil grullas. Tengo ganas de gritarle, tengo ganas de empujarla, de reclamarle, de... ¡De joderla!. De hacernos pedazos. Porque si me destruye usted no me quejo. Tengo todavía mucha rabia en esta tristeza y mucho dolor en estas ganas. Por eso la quiero lejos. Por eso le di vuelta al colchón para que ya no fuera su lado izquierdo de la cama. Por eso no la nombro. Y por eso, esta madrugada, hago grullas. Tantas grullas como pueda para volármele a usted y a estas ganas de amarla que nunca me cupieron en los huesos.

2 comentarios:

  1. Wow que bonito que escribes y es que me hiciste sentir tristeza, nostalgia y a la vez anhelo. Tenia la intención de crear un blog para escribir pero comparado con el tuyo me queda pendejo. Y mas allá de que lo que escribes sea real o no solo el hecho de que una persona sienta tanto me parece increíble. Atte: una insignificante admiradora.

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¡Tú! ¡Sí, tú! No te hagas rogar y coloreame un tanto..